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lunes, 3 de junio de 2019

Acerca de After Dark de Haruki Murakami

Por Daniel Espín López

“La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos...”
Ingmar Bergman, La hora del lobo. [Del guión del mismo filme].

“Quizá lo que creemos haber visto no sea más que una ilusión.” Haruki Murakami, After Dark.

I. Vivir el presente en algún lugar del sueño y la noche


    El narrador como director de cine dirige al ojo del lector como una cámara en puro presente (como si fuera un insulso docudrama) desde “los ojos de una ave nocturna que vuela muy alto1 hasta que alcanzamos la estela de los personajes a ras de suelo, pero también, le propone que sea cómplice, el narrador aúna entonces la mirada del lector con el del narrador en una sola y única mirada para convertirlo en “nuestros ojos”: los que contemplan primero la ciudad y luego esos personajes que atraviesan una larga madrugada (entre las 11:55 p.m. y las 6:55 a.m), la noche, la oscuridad de una poblada urbe japonesa en medio de los neones y las potentes luces blancas, que paradójicamente no son más que sombras que ciegan, hasta que alborea el día. Murakami pretende que casi oigamos los tic tacs del reloj, y casi nos lo exige: cada capítulo es la hora exacta, como el bajo taciturno y la batería metálica que marca el compás en este jazzístico simulacro: como el Five shot after dark del quinteto de Curtis Fuller que da título a la novela de Murakami. Contemplamos, por ejemplo, el profundo sueño de Eri Asai, envuelta “de cera tibia”, casi un sueño cercano a la muerte: el reloj como un animal nocturnoactualiza, mudo y constante, el tiempo. En estos instantes es lo único que muestra algo parecido al movimiento en el interior de la estancia.” Es decir, el tiempo y la vida andan de la mano; cuando acaba el tiempo en la parálisis, sucumbe la vida. Por ejemplo, el barman que pinchó Sophisticated Lady de Duke Ellington en un pequeño bar como filósofo inesperado especula: “Es que, a medianoche, el tiempo transcurre de una manera especial. Y es inútil oponerse a ello.” De alguna manera el tiempo invisible marca los pasos de la vida y pesa y ocupa el espacio más de lo que creíamos. La vida es caducidad, el reinado del tiempo es eterno o eso parece.